Del libro en el palacio de Minería
En fechas recientes sucedió la 46 feria el libro del Palacio de Minería, la feria ya clásica de la Universidad Nacional Autónoma de México, que sucede en un edificio clásico del centro de la ciudad.
Tengo una relación extensa con esa feria. En mis primeros meses en la ciudad acudí a las calles centrícas donde se vende el material de electrónica, a unas cuadras del mencionado palacio de Minería. Yo ni enterado de esa feria, por lo mismo no estaba en mis planes asistir, pero la encontré de frente.
Para un joven acostumbrado a las pequeñas librerías en una ciudad pequeña, ver un edificio repleto de libros, sin idea de por dónde empezar, da vértigo. No pasé de la planta baja, compré una antología de Flores Magón, si no recuerdo mal.
Pero lo que recuerdo bien fue llevarme el libro de divulgación sobre el electromagnetiso de Eliezier Braun.
De cierta manera perdía tiempo para no llegar a las clases de la tarde en el politécnico, estudiaba electrónica y a pesar de que los compañeros eran agradables, la escuela era cómoda, la carrera no me convencía. Un factor para ese desconvencimiento fue que me hicieron repetir el proceso de admisión (yo fui parte de los rechazados de la educación superior que cada año van en aumento) y los profesores no se cansanban de repetirnos que nosotros valíamos menos que los que entraron por sólo un proceso.
Creo que ese libro fue decisivo para darme cuenta de otra manera de ver la electricida y el magnetismo, y decidirme a aventurarme a una carrera de ciencia. No sé dónde quedó ese libro, pero el recuerdo es agradable (la lectura no lo fue tanto, era una prosa un poco árida).
La siguiente escena soy yo, ya haciendo la tesis de licenciatura, veo en el programa que el primer sábado en la mañana asistirá el escritor tijuananse Heriberto Yépez a presentar su libro "La increible hazaña de ser mexicano", en un 2x1 a lado de Elmer Mendoza presentando alguna de sus novelas sobre la ya presente violencia en el país.
Yépez fue Yépez e hizo enojar a más de uno con sus dichos, no con la intención de ofender, pero de hacerlos pensar en lo que fallamos como cultura. Saliendo tuve la oportunidad de platicar con el autor, muy amable. Por supuesto ni siquiera compré el libro, no tenía tanto dinero, pero tuve la oportunidad de platicar con el autor.
Años después acudo a la presentación del último libro de Rafa Saavedra, escritor igual tijuanense y amigo de Yépez. No sabía que era el último libro, ni la última vez que lo vería y platicaría con él. Unos meses después falleció.
Indudablemente las ferias del libro son un extraño híbrido entre encuentro cultural y muestra comercial. Esta lleno de libros de consumo (no hallo una manera de llamarlos, algunos les dicen basura) sobre dietas, cantantes pop, automoviles. Pero en los rincones se puede encontrar cosas valiosas. Uno paga para ir a comprar, es absurdo, pero es el lugar donde te encuentras con esos personajes raros que como tú, siguen aferrados a leer en papel, leer palabras distintas y tener un medio que ante la modernidad parece ya más anticuado que las señales de humo.
Y me surge una pregunta. Ya hace más de medio siglo que al menos en occidente se usa la imprenta, pasando por una época de popularización del libro, hace poco más de un siglo (cuando más personas sabían leer y eran más accesibles), hasta el día de hoy ¿cuántos libros se habrán impreso? ¿Cuánto papel se habrá usado y cuántos bosques talado? Seguro demesiados, pero ¿qué tanto aumento la deforestación en la época actual, cuando el libro ya no es popular y muchas empresas y gobiernos presumen dejar el papel por aquello de cortar árboles en favor de tecnologías digitales, que al parecer devastan aún más rápido el planeta?
No sé las respuestas, y también leo en electrónico. Pero me parece una sana pregunta ante la supuesta promesa de lo ecológico en el ambiente digital. Y el declive en la lectura, sea en el medio que sea.